Una joya aún habitada en el corazón de Sevilla: mi paseo por Casa Salinas


Una joya aún habitada en el corazón de Sevilla: mi paseo por Casa Salinas

En una mañana tranquila de finales de marzo, decidí visitar un rincón que muchas veces pasa desapercibido en Sevilla: la Casa Salinas.

Había reservado con antelación, quería asegurarme una visita con calma, sin prisas, sin ruido… como me gusta descubrir cada espacio que luego comparto en Cuaderno de Ruta.

Nada más cruzar la puerta, el primer patio me dejó sin palabras.
Columnas clásicas, mármol impecable, silencio. Lo mejor: el contraste entre lo que imaginamos desde fuera y lo que de verdad guarda dentro. Vi cómo los visitantes entraban y se paraban en seco, igual que yo.

Ninguna fachada te prepara para eso.

Recorrí los salones, los corredores, las estancias conservadas con mimo. Pero hubo un rincón que me atrapó: un patio más pequeño, con una fuente central y un mosaico en el suelo.


No sé cuánto tiempo estuve allí, escuchando el sonido del agua.
Esa fuente no solo adorna, también calma.


Hice la visita con audioguía. Recomiendo muchísimo hacerlo así: no solo porque va desgranando datos curiosos y detalles que se te escaparían, sino porque te permite pasear a tu ritmo, sentir que exploras una casa que sigue viva.
Y es que sí: Casa Salinas sigue siendo una residencia familiar fuera del horario de visitas.
No es un museo, es un lugar habitado, con alma.


Al salir, me quedé pensando en lo poco que se habla de esta casa frente a otras como la de Pilatos o las Dueñas. Y sin embargo, tiene todo lo que hace especial a una casa-palacio sevillana: historia, patios, arte… pero con un aura más íntima, más cuidada, menos explotada y más auténtica.


Si estás dudando entre ver solo “lo típico” o descubrir algo distinto, de verdad: Casa Salinas es ese plan que aún no está en todos los mapas pero que te cambia la forma de mirar Sevilla.

Una joya escondida, sí.

Pero también una llamada a mirar más allá de lo obvio.